La certeza de Alejandro

Por Luis Arturo Lomello.

Alexander tiene razón, quien practica el hábito de la lectura termina contaminándose.

Y no es un punto de vista frugal para tomárselo a la ligera.

Al llevar adelante este ejercicio enarcamos las cejas cuando el significado de las frases coincide con lo que nuestra perspectiva sugiere en como concebir la vida.

Quien tiene en suerte la posibilidad de instruirse corre el riesgo de acabar apabullándose considerando que a través de ese camino llegará superando las dificultades propias del desconocer.

El razonamiento demasiado enredado puede terminar no siéndolo y es aquí donde, para mi agrado, mi querido hermano empieza a dar luz a una explicación extremadamente valedera.

¿Cuál es el síntoma de compartir los pensamientos de otras personas?

Concordar mantiene los ánimos calmos, pero cuando discernimos creemos que el argumento que esgrimimos es superador e invalidamos aquello que no ajusta en mi comprensión y allí otra vez detecto, que mi par, tiene saber.

Vivimos años ignorando la mayoría de las cuestiones transcendentales y cuando alguien pretende hacer luz con su sapiencia descubrimos que aquello que resulta banal para algunos es de valor para otros.

En el grado del compromiso que adquirimos con la búsqueda, es la curiosidad. La que por la proximación se acerca a las puertas de la revelación.

Mientras permanecemos en la primera etapa de la juventud, los sobresaltos nos toman desprevenidos, pero en la vorágine de cualquier desenvolvimiento encontramos colmar las expectativas que proponemos y si bien logran adoctrinarnos me permito la posibilidad de cuestionar lo que la adolescencia atribuye.

El hecho de pretender la autonomía termina resultando una utopía cuando la propuesta solo limita a evitar el pensamiento individual.

Confundirnos ya está en la trayectoria de una intención condicionada.

Los mansos terminan sometidos.

Quien es claro con sus ideas no tiene necesidad de exponerlas.

La demostración forma parte de lo que podría ser el origen de la duda.

Un requisito que afirma que lo que sostengo es correcto.

Para mi alegría otra vez, mi consanguíneo, desde su disciplinada posición hace que lo complejo se torne sencillo.

Un planteo por demás de alentador ya que desde este enfoque no existen los excluidos, todos tenemos la certeza de la sinceridad.

En la medida de la simplicidad se obtienen los mejores resultados, ajustarnos a retorcidas especulaciones solo llevan andar por un camino varias veces, cuando con solo con un cartel que indique, sabremos por donde debemos ir.

Nadie te enseña a jugar. Lo hacemos creando lo que pretendemos emular.

En esos ratos la realidad no encuentra una confrontación con la fantasía, es parte de ella y allí experimenta el gozo que provoca estar haciendo lo que corresponde, el papel que desempeña cada uno sin necesidad de adaptarse a ningún libreto estudiado.

La felicidad es la representación genuina de la libertad, si logramos adaptar esta forma a los estadios de existir, la formación, pasa a un segundo plano y adoptamos convencidos todo aquello que nos conquista, porque lo que ofrece es verdadero y bueno.

La maestra de grado de los primeros años era un alma que procuraba ganar el interés de sus niños más allá que no con todos lograba su cometido, pero en suma terminábamos sabiendo leer.

Teníamos la herramienta, después cada uno sabría cómo utilizarla.

No es dichoso aquel que más obtiene sino aquel que se descubre feliz con lo que fue bendecido y lo acepta sin involucrar a sus semejantes.

Alejandro dijo: no aprendemos a enamorarnos a través de la lectura, solo aprendemos a leer para darnos cuenta que no podemos evitar ser amados.

Pueden los seres humanos ignorar la generalidad de las cosas, solos una minoría se afana por saber dónde arranca el misterio, pero en gran parte, la gran mayoría poco o nada ilustrada es la que cuando sonríe demuestra que su existencia está encaminada por la bienaventuranza.

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