La bicicleta
¿Qué contenido mental puede haber en un espécimen que transita en motocicleta por la vereda? Por Luis Arturo Lomello.
¿Qué contenido mental puede haber en un espécimen que transita en motocicleta por la vereda? Por Luis Arturo Lomello.
El concepto imbécil es aplicable a cualquier género.
No distingue la sexualidad de los individuos.
Comprenderse tiene sus riesgos, desde un escenario familiar, hasta una comunidad medianamente civilizada.
Aceptar reglas, es entender el principio de vivir contemplando no alterar las libertades ajenas. ¿Qué contenido mental puede haber en un espécimen que transita en motocicleta por la vereda? ¿Por una plaza donde juegan niños?
¿Por una avenida en sentido contrario al tránsito?
Si tuviese respuestas seguramente las daría y si alguien las conociera también las comentaría.
Al identificamos con la anarquía los resultados saltan a la vista.
Quienes nos rodean empiezan a perder interés y prevalece aquello que sacia mi modo de ver.
Cuando empiezo a convencerme que soy el foco del caos ya estoy perdido.
Afirmo que es imposible testificar que sé hacia dónde voy.
Todo se vuelve instintos.
Evito embestir o ser atropellado, pero no comprendo a qué responde la actitud.
Los insectos reaccionan ante los estímulos de la intensidad de la luz. Lo compruebo durante la noche cuando cualquier lámpara se llena de bichos.
Lo curioso es que, aunque a través de la llama, perezcan, el reflejo de no extinguirse es menor a la fascinación de obrar inconscientemente.
La esencia de existir consiste en luchar por la vida, es el costo cotidiano, trascendente. Sobrevivir. Lo demás carece de valor. Sin embargo, la realidad ha olvidado eso.
Insistimos reiteradamente en darnos contra la pared.
Si la experiencia no se hace carne, no sirve, en lo práctico funciona, en lo pragmático está condenada a fracasar una y otra vez.
¿Cuántas veces me caí intentando mis primeras andanzas en bicicleta?
Sin embargo, la obstinación logra revelar el estadio del equilibrio.
No existe clavo que se resista ante la insistencia de quien maneja el martillo.
Puede resultarnos trabajoso aprender, sin embargo, con el solo hecho de intentarlo lo estamos logrando.
No es atinado responsabilizar al entorno por las carencias que padecemos más allá que todos tenemos oportunidades diferentes.
Buscar la justificación a través de conceptos como optimismo o pesimismo resulta un atajo para convencernos que por naturaleza somos impulsivos.
Obramos conduciéndonos irreflexivamente.
No notamos valorar la consecuencia de cómo manejarnos con la realidad.
Vernos como centro de la situación nos deja expuestos.
Es el egoísmo representado en su máxima expresión.
Aunque intente aferrarme a mi parecer, olvido con prontitud, que solo puedo ser gracias a las oportunidades que brindan los semejantes.
No nacemos estúpidos, es el hábitat quien da las herramientas para que nos cultivemos.
Pero creo que la falta de alicientes termina resultando un círculo vicioso.
Forma parte de la esencia humana buscar exteriormente la culpabilidad de los errores propios.
Sostengo que más tiene que ver con el sentido de conservación.
Es época de actos heroicos.
Los cobardes ganan los espacios, la palabra ética se ha vuelto un arcaísmo, no millita en los tiempos que corren, lamentablemente para mí; soy responsable de que así sea.
Autor: Luis Arturo Lomello.