Prisión preventiva para el hombre que mató y enterró a su amigo en el patio
La medida cautelar fue impuesta por la jueza Rosana Carrara luego de una audiencia en la que el fiscal reveló detalles del caso. El imputado declaró y se mostró arrepentido por lo sucedido.
“No fue mi intención, intenté defenderme y sacármelo de encima”, dijo Eustaquio José Luis Retamoso, el hombre de 57 años acusado de matar a puñaladas a Sebastián Edgardo Lillini (48), cometido en Rincón, en horas de la tarde noche del domingo 31 de julio.
“Ese día había hecho pan casero y empanadas para la venta”, explicó el acusado que se refirió a Lillini como “un conocido” que “me invitó a tomar un vino en casa” y “tomamos varios”. Precisó que la víctima “solía llevar sustancias y compartimos” cocaína durante toda esa tarde dominical, en la casa de Vicente Zarza y Gregorio Gamboa.
Reconoció que hubo un momento de tensión “porque él estaba haciendo insinuaciones” acerca del cuerpo de una de sus hijas que circunstancialmente se encontraba en la casa, pero que el comentario no pasó a mayores.
Lata con plata
En cuanto a la pelea que terminó con la vida del visitante, Retamoso recordó que tras pedirle que se retirara de la casa “fui a buscar una herramienta, a unas dos cuadras” y cuando “volví lo encontré robándome” unos ahorros que tenía en una lata.
Entonces “empezamos pelear”. “Me pegó con un palo” o con un objeto contundente que no supo precisar. “Me quise defender lo que más pude”, repitió. Así fue que “agarré un cuchillo y lo apuñalé”. Después recordó que una vez herido Lillini “se levanta y me sigue tirando golpes” hasta que “salió para afuera”.
“Yo lo único que hice fue agarrar el cuchillo y tratar de que no me matara. Me pegó un golpe que me dejó medio en blanco”, de ahí las lagunas que le impiden dar ciertos detalles del hecho.
Arrepentido
“Estuve varias horas hasta que llamé al 911”, “para mí fue un sueño”, aseguró el detenido. “Cuando me di cuenta lo que había hecho no lo podía creer”, “no sabía qué hacer” y tuvo miedo “que algún familiar llegara y lo viera”. Por eso explicó que “no se me ocurrió otra cosa que arrastrarlo y llevarlo a un pozo que tengo en el fondo para tirar hojas secas y lo tapé con tierra”.
En esa larga espera hasta “pensé suicidarme”, pero optó por llamar a su hermana y sus hijas para pedirles perdón. “Les fallé”, les dijo. “Hice algo que no debía hacer y me arrepiento mucho”, cerró.
Prisión preventiva
El relato fue parte de la audiencia de medidas cautelares, en la cual la jueza Rosana Carrara convirtió en prisión preventiva la detención que venía sufriendo Retamoso desde la madrugada del lunes, cuando llamo al 911 y se autoincriminó: “maté a una persona, estábamos tomando merca y lo maté, lo enterré ahí atrás”, refieren las cartas de incidencia del servicio de emergencias.
Previamente, el fiscal del MPA, Gonzalo Iglesias, sostuvo que se trató de un “homicidio simple” y descartó la existencia de atenuantes que pudieran inducir a un caso de legítima defensa. Para fundar sus dichos no sólo puso en evidencia las 19 heridas -cuatro de ellas graves- contabilizadas en el cuerpo de Lillini, contra las 6 que presentaba el imputado; sino que refirió al empleo del arma blanca como un elemento “innecesario” en una contienda que “estaba ganando”, y que luego arrojó arriba del techo para ocultarla.
Por su parte, la abogada Leticia Feraudo, del Servicio Público de la Defensa, se opuso al pedido fiscal y planteo la teoría de la “responsabilidad atenuada” enmarcada en un “exceso de la legítima defensa”.
Para la profesional “el relato de Retamoso es coherente y creíble. Repele una agresión de quien termina siendo víctima”, argumentó y pidió tener en cuenta que su defendido es 10 años mayor que Lillini, lo que fue presentado como una desventaja en la pelea a mano limpia.
Audio clave
Además, pidió prestar atención al audio del 911 en el que Retamoso avisa a la policía. “Se escucha a una persona sobrepasada” que “hasta podría merituarse la emoción violenta”. “Arrastra las palabras” y se lo nota “consternado dentro de la embriaguez” al punto que dice “ni siquiera sabe lo que pasó” y “al operador le cuesta entenderlo”.
Feraudo propuso que se le conceda a su pupilo la libertad bajo alternativas o que atraviese el proceso en prisión domiciliaria en la casa de una de sus hijas, a una distancia considerable del lugar donde ocurrió el crimen, pero la jueza las rechazó de plano.
“Los motivos de la agresión no podemos saberlos”, dijo la jueza Carrara al cierre de la audiencia. Pero descartó que se esté ante un caso de legítima defensa. Es más, en el repaso de las evidencias advirtió que Lillini no sólo recibió “un ataque de frente, sino también de atrás”. “La violencia ejercida en zonas vitales me da a entender que se trata de un hecho homicida”, resumió.
La hermana
Una hermana de Sebastián Edgardo Lillini participó de la audiencia de prisión preventiva. Antes del ingreso del imputado a la sala, se presentó ante la jueza Rosana Carrara y dijo: “Lo que sería justo es que continúe detenido hasta la condena”.