El día en que el Papa Francisco afeitó a Borges en Santa Fe: una historia sorprendente de juventud, literatura y espiritualidad

La insólita anécdota fue revelada recientemente por el propio pontífice en su autobiografía Esperanza, publicada en enero de este año. Ocurrió en Santa Fe, a mediados de la década del 60, cuando Jorge Mario Bergoglio, mucho antes de convertirse en el Papa Francisco, daba clases de literatura en el Colegio de la Inmaculada Concepción. Fue allí donde, en el marco de su labor educativa, conoció al célebre escritor argentino Jorge Luis Borges, con quien no solo compartió un intercambio literario sino también un momento tan íntimo como inesperado: el de afeitarlo.

En el libro, Francisco recuerda su etapa como maestrillo jesuita —nombre que en la Compañía de Jesús se le da a los jóvenes en formación que realizan tareas de enseñanza— y relata cómo, a sus 27 años, se convirtió en profesor de Literatura y Psicología. Con entusiasmo, organizó un taller de escritura creativa para sus estudiantes y, a través de una intermediaria muy especial —la secretaria de Borges, que además había sido su profesora de piano—, le hizo llegar al escritor porteño dos cuentos redactados por sus alumnos. “Yo parecía aún más joven de lo que era en realidad, tanto que los estudiantes me habían puesto el apodo de Carucha”, rememora Bergoglio. “Borges ya estaba prácticamente ciego, pero pidió que le leyeran los textos… y le gustaron mucho”, añadió con orgullo.

La historia no termina allí. Fascinado por el gesto de Borges, el joven Bergoglio lo invitó a dar algunas clases en Santa Fe sobre los gauchos en la literatura, y Borges aceptó. “Podía hablar de cualquier cosa y nunca se daba aires”, escribió el papa. “Con sesenta y seis años, se subió a un autobús y viajó ocho horas desde Buenos Aires hasta Santa Fe”. Aquel viaje derivó en una escena tan humana como inolvidable: “Llegamos tarde a una de las clases porque, cuando fui a buscarlo al hotel, me pidió que lo ayudara a afeitarse”, cuenta el pontífice.

Borges, un declarado agnóstico que, según cuenta Francisco, rezaba cada noche un padrenuestro porque se lo había prometido a su madre, aceptó también recibir los sacramentos antes de morir. Esta dimensión espiritual del autor de Fervor de Buenos Aires es resaltada con afecto por el papa, quien expresó siempre una profunda admiración por él. A pesar de no compartir la fe religiosa, Francisco subraya que Borges fue un hombre de gran sensibilidad espiritual, una cualidad que lo conmovió profundamente.

Una etapa formativa clave para Bergoglio

La estadía de Jorge Mario Bergoglio en Santa Fe no se limitó a la enseñanza. Su rol como maestrillo en el Colegio de la Inmaculada Concepción lo marcó profundamente y dejó una huella en la ciudad. Durante su paso por la capital santafesina, dictó clases de literatura española, arte y oratoria. La experiencia fue parte fundamental del período de formación conocido como Magisterio, una etapa clave en el camino de los jesuitas antes de ordenarse sacerdotes.

Tiempo después, en 1977, Bergoglio regresó a Santa Fe para participar como disertante en una actividad pública: una charla en el Museo Rosa Galisteo de Rodríguez titulada Historia y presencia de la Compañía de Jesús en nuestra tierra.

Otro dato curioso que vincula al Papa con la ciudad es que, según los registros electorales, durante años Santa Fe figuró como su lugar de votación. En el padrón, aparecía la escuela San Francisco, ubicada en calle San Martín 1326, como su centro electoral, ya que nunca había realizado el cambio de domicilio tras su paso por la provincia.

Así, entre clases de literatura, encuentros con Borges, conferencias públicas y registros oficiales, la ciudad de Santa Fe guarda una parte poco conocida pero entrañable de la vida del Papa Francisco. Una etapa de juventud, marcada por la pasión por la enseñanza, la cultura y el encuentro con figuras trascendentales, que hoy revive en sus memorias como un capítulo tan sorprendente como revelador.

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