Cuando recuerdo mi infancia y creo que la de muchos, pienso en las películas que veíamos que se situaban en el lejano oeste, con vaqueros, indios y sobre todo al Sheriff, ese personaje que luego imitábamos y por el que nos peleábamos por ser en los juegos con nuestros amigos.
Hoy veo que tanto la televisión como la realidad fueron evolucionando, que las viejas pantallas se convirtieron en mini salas de cine con calidad ultra HD, que los personajes fueron cambiando para mantener al público frente al televisor, pero como dije, la realidad también evolucionó y hoy los niños ya no juegan como nosotros. Ya no se admira al Sheriff, ya no se pregunta si sos ladrón o policía, no comparten las mismas ganas de jugar afuera en el barrio, sino que se relacionan a través de las mismas pantallas, e incluso de una más pequeña como la del celular. Creo que esta falta de relaciones interpersonales, llevaron por propio impulso del tiempo a la nueva manera de conocer gente, no en los boliches o en la calle, sino a través de redes sociales o cualquier medio virtual.
Hoy como lo fue hace años, nos encontramos nuevamente con este juego de roles que planteaba unas líneas más arriba, un juego que no es para nada divertido, para una de las partes al menos, que no tiene como ganadores a los buenos sino, al contrario, son los malos quienes ganan siempre, son los malos quienes tienen ganada la calle, son los ciudadanos de bien quienes viven tras las rejas en El Reino del Revés, como decía María Elena Walsh.
Lamentablemente naturalizamos esta forma de vida que hoy nos azota y es la delincuencia 2.0, esa delincuencia que gano terreno en todos los estamentos de la sociedad y el estado, donde este no está presente y por consiguiente cede el espacio a quienes lo toman por la fuerza, las nuevas modalidades delictivas evolucionan, de los antiguos ladrones a caballos a los actuales motochorros, que sin dudarlo salen a “trabajar” en diversas modalidades solos o de a 2 y hasta 6 delincuentes, arrebatos, robos de motos, robo de bicicletas y lo que en las últimas semanas vimos con más frecuencia, las entraderas usando las motos como arietes contra los portones de casas y edificios, todo esto trae como consecuencia un crecimiento desmesurado en los índices de violencia que aplican al momento de cometer un ilícito, porque al no tener valor su propia vida… mucho menos la de los demás, por lo que injustamente hoy como hace muchos años atrás, en ese lejano oeste, hoy tengamos que cuidarnos no solo de los delincuentes comunes sino también de… LOS NUEVOS FORAJIDOS.