Nuevos hallazgos arqueológicos en Santo Tomé
El equipo del Museo Arqueológico encontró restos de individuos que tendrían una antigüedad de entre 1300 años antes de Cristo a 900 años después de Cristo.
El barrio Adelina Este de Santo Tomé hace años que da grandes satisfacciones a los amantes de la Arqueología.
En el año 2007, cuando ocurrieron las inundaciones en Santa Fe, el barrio no llegó a inundarse pero la gran caída de agua barrió la arena de las calles y una mañana los vecinos del lugar descubrieron varios objetos extraños y llamaron a la Municipalidad. Grande fue la sorpresa de los especialistas cuando descubrieron restos de vasijas, objetos cotidianos y hasta huesos de animales y personas que, de acuerdo a las pruebas de Carbono 14, tenían una antigüedad de más de 2000 años.
Las excavaciones duraron entre 7 a 19 meses. Fue necesario desviar la calle, porque los autos pasaban por encima de la zona más rica en hallazgos. En el año 2010 la Municipalidad construyó el Museo Arqueológico de Santo Tomé, donde todo lo que se encuentra se estudia, se difunde y enseña a visitantes y escuelas.
Pero las sorpresas no terminaron allí. En varias ocasiones, un vecino del lugar que cavaba un pozo de agua o intentaba colocar un poste, se encontró con algún tesoro. Tiempo atrás, un vecino tocó algo duro con la pala. El creía que era el caparazón de una tortuga, pero resultó ser la tapa de una olla (ahora exhibida en el museo), que estuvo enterrada más de 2000 años y según los estudios, la última comida que se cocinó en ella fue lo que hoy en día llamamos “chupín de pescado”. Esta hermosa vasija estaba pintada de rojo (color que se fue deteriorando) y está adornada con graados en su exterior.
El lugar elegido por los originarios habitantes de la zona no es casual: es el punto más alto del lugar (desde allí se puede ver Paraná ) y confluyen dos ríos; El Salado y el Coronda. El agua no sólo le daba alimento y bebida, sino que desde allí podían ver si algún enemigo venía a atacarlos, o si se acercaba tormenta. La zona parece haber sido el hábitat durante siglos de los indígenas, que eran cazadores recolectores y aparentemente cocinaban en el lugar en donde hoy se encuentra la pileta de ASTEOM, ya que se hallaron allí restos de animales y carbón.
Los nuevos hallazgos revalorizan aún más el lugar.
Tamara Pereira, empleada del Museo, nos explica:
En el mes de octubre de este año, al costado de calle, al hacer las excavaciones para colocar un cerramiento para el Museo, aparecieron nuevos restos. Son varios individuos, es un enterramiento secundario. En este cementerio se encontraron dos tipos de enterramiento: Primario, cuando el individuo está solo, acostado, y Secundario o Paquete funerario, que es lo que hoy le llamamos la reducción: estuvo muchos años enterrado, acostado boca arriba y para ganar espacio en el cementerio se saca se reduce y se vuelve a enterrar. Dentro de ese paquete hay varios individuos: suponemos que pueden ser parientes. En él encontramos dedos de niños y varias mandíbulas de individuos adultos. Llamamos adultos a los de hasta 24 años porque morían jóvenes.
Tamara cuenta que aparentemente a los hombres se los enterraba boca arriba y a las mujeres boca abajo. Los esqueletos de niños que encontraron nunca estaban solos: no se sabe si los enterraban junto a algún pariente o adulto ya fallecido para que lo “cuide” o si lo ofrendaban al río arrojándolos a él.
“Hace dos años se hicieron las excavaciones para hacer la pileta del camping municipal y aparecieron restos de vasijas, de fauna, mucho material arqueológico “.
Todo lo que se encuentra se estudia, se protege y se divulga. El Museo está pensando para relatar la vida como era allí hace cientos de años, inclusive se habla de la fauna que ya no está y se exponen los objetos encontrados.
No se exhiben los esqueletos , por razones de respeto hacia las personas que fueron y porque necesitarían un tratamiento especial.
En años anteriores a la pandemia, era diaria la visita de grupos de alumnos de las escuelas de la zona, donde se les relata a los niños cómo era la vida de estos habitantes, se muestran objetos como amuletos, vasijas, herramientas y también se les explica qué es la arqueología y qué es lo que busca.
Para la directora del Museo, la arqueóloga y antropóloga María Rosario Feuillet, lo importante no es sólo el hallazgo de la vasija o el hueso sino las conclusiones que se pueden sacar a partir de este hallazgo. El trabajar con restos humanos requiere de mucho respeto. El lugar y los restos encontrados parecen ser de un sitio de veneración, donde se enterraban personas, algo de mucho valor para estas sociedades.
El lugar de los nuevos hallazgos está cercado y protegido actualmente, poco a poco se irá dando el tratamiento que requiere un descubrimiento tan valioso.
Es conveniente destacar que, dado la antigüedad de estos restos, estaríamos refiriéndonos a una civilización anterior a la de los Incas, lo cual lo constituye en un tesoro para la Arqueología mundial. Es importante que la gente de la zona conozca lo valioso que se encuentra en su suelo y su Museo y aprenda a conservarlo y respetarlo.
“ Lo importante es toda la información que nos brinda, que tiene que ver con la vida, con la cultura de estas sociedades, con el modo de vida. Lo importante es qué es lo que estaban haciendo, cómo era su día a día, su cotidianidad en este espacio que hoy es nuestro, pero que alguna vez fue de ellos”.
María Rosario Feuillet
El Museo Arqueológico se halla en la calle Roverano 555 y está abierto al público de lunes a viernes, de 8 a 12 y de 14 a 18 horas.