La casa embrujada del Barrio Sur
Conocé la historia de la casa embrujada de la ciudad de Santa Fe. Verla de noche causa escalofríos. Un lugar rodeado de leyendas.
En el sur de la ciudad de Santa Fe, según afirman muchos vecinos, hay una casa embrujada. La edificación se encuentra en la esquina sudeste que forma la intersección de las calles gobernador Freyre y 3 de febrero. Pleno corazón del Barrio Sur, uno de los más tradicionales de la capital provincial.
No sé si es por el halo de misterio que la envuelve, tantas leyendas, pero es cierto que, al pasar de noche, da miedo mirar la casa. Si bien tiene una arquitectura muy interesante, la penumbra le da un aspecto lúgubre. Yo, personalmente, doy fe de que, si bien se cree que está deshabitada hace añares, a veces se asoma una pequeña luz por la ventanita de la puerta.
Son tantas las leyendas de la casa embrujada que se me ocurrió hacer un compendio de todo lo que se dice
Rumores varios
– En tiempos de la última dictadura mantuvieron a una persona cautiva.
– En la gran inundación que Santa Fe sufrió en 2003, al igual que pasó con muchas edificaciones que no se usaban, algunos inundados quisieron utilizarla como refugio. No pudieron quedarse. La casa misma los echó.
– Hace pocos años la habrían comprado, y se necesitaba hacerle muchas refacciones. Los albañiles contratados abandonaron la obra por sentir “cosas raras”.
– Con frecuencia, alguna inmobiliaria la pone en alquiler. Los carteles duran días, volviendo indefectiblemente al abandono.
Pero hay otra historia de esta casa embrujada que tiene más detalle y es, ciertamente, trágica. La relata en primera persona Pocho Rueda, un histórico vecino del barrio
La versión más coherente, y triste
Yo la conocí habitada, con sus ventanas abiertas y el sol entrando a través de ellas. He visto a las niñas que allí vivieron, cuando regaban las plantas con flores, haciendo podas, entrando y saliendo, yendo al colegio y regresando riendo y haciendo comentarios. Conocí sus pisos de madera, encerados y alfombrados, con escaleras y barandas torneadas, jardín al frente, protegido por altas rejas de hierro.
Algunos decían que los ruidos solamente se oían al pasar el tranvía, como si al paso de un vehículo tan pesado se accionara alguna pieza anclada bajo los rieles, pero también se decía que los ruidos se oían por las noches, y en momentos en que el tranvía no pasaba por ahí.
Hasta que un día llegó la familia “C….” con muchos hijos de edades espaciadas. Decía el padre, en forma optimista, que entre tantos chicos los fantasmas y duendes nada podrían hacer frente a tanta energía positiva. Pero un día, una de las hijas mayores de aquel matrimonio, se encontraba en Estados Unidos junto a su esposo, cuando recibió una carta en la cual le informaban que uno de sus hermanitos mellizos había muerto, y arrollado por un camión.
Fue una pesada tarde de verano del año 1970. Yo me encontraba durmiendo una siesta de las nuestras… Mi madre me despertó y me dio la triste noticia.
Ocurrió jugando en la vereda, el triciclo se fue a la calle y el chico intentó subirlo, pero el camionero no advirtió lo que estaba ocurriendo, continuó avanzando… los vecinos estaban como poseídos por una furia demencial y le gritaban, él los miraba sin entender. Alguien lo siguió y lo alcanzó cerca del Distrito Militar, cuando se lo explicaron, bajó del vehículo y comenzó a darse la cabeza contra las paredes del chasis, lo internaron y a los pocos días murió.
La casa continúa deshabitada desde hace muchos años. Sin embargo, todos los días, a la misma hora se enciende una luz en su frente, y todavía no han logrado venderla.